El rincón del pediatra
Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565
El sol es una fuente de energía para el ser humano siempre como es lógico que no abusemos de ella. Al llegar la época estival los padres cada vez más se preocupan y se informan de las consecuencias tanto positivas como negativas que puede tener la exposición de sus hijos al astro rey sobre todo después del aumento importante de los canceres de piel en el adulto y las campañas preventivas a escala nacional sobre los peligros del mismo.
En principio las recomendaciones variaran en función de la edad del niño, el tipo de piel y de la hora de exposición al sol, así recomendaremos que los lactantes por debajo de los 6 meses eviten cualquier tipo de exposición directa, a estas edades los niños no disfrutan de estar a la orilla del mar y puede ser muy peligroso por las quemaduras, las deshidrataciones y los golpes de calor, esto se puede producir aún empleando sombrillas ya que el efecto del sol sobre el mar y la arena aumenta el poder del mismo tal como sucede en la nieve e incluso en días algo nublados los rayos solares son peligrosos ya que las nubes no nos protegen de los mismos. Por tanto stop al sol en los lactantes pequeños. En edades infantiles existen diversos tipos de pieles pero muchas veces protegemos la piel del rubio olvidándonos de que los más morenitos de piel pueden tener también problemas de quemaduras e insolaciones por tanto las recomendaciones serán las mismas para todas las pieles, solo que en unas serán más intensivas e insistentes que en otras.
Otro factor importante es el momento en el que nuestro hijo está al sol, es fundamental el saber que entre las doce y las cuatro de la tarde el poder dañino del sol es el doble que fuera de estas horas ya que sus rayos inciden en la época estival de forma perpendicular sobre nosotros con mucha más fuerza y afectan a una mayor extensión de nuestra superficie corporal. Sabidas estas premisas deberemos recomendar evitar el sol directo a los más pequeños, iniciar la exposición al mismo de forma paulatina, aumentándola gradualmente a lo largo de los días, utilizar protectores solares sobre toda la superficie corporal que los protejan de rayos UVA y UVB, que utilicen filtros físicos y que su factor de protección sea el adecuado para cada edad y tipo de piel, así los más pequeños precisarán mayor protección al igual que las pieles más blancas. Es importante el reseñar que no basta con poner la crema solar y olvidarnos, es fundamental el ser reincidente en la aplicación de la misma sobre todo si esta no es resistente al agua y el niño no para de bañarse y la extensión de la misma debe ser en finas capas para dejar que la piel pueda respirar. Emplearemos sobre todo leches o espumas protectoras por su mayor penetración, olvidándonos de los aceites solares que obstaculizan la transpiración. Debemos recomendar siempre después de la exposición al sol el empleo de cremas hidratantes y calmantes que reparen la piel dañada y la nutran preparándola para que al día siguiente pueda ser sometida a una nueva agresión. Como norma la hora mejor de paseo para los bebes es a primera hora de la mañana y a última hora de la tarde, es cuando más van a disfrutas y menos calor van a pasar. Por último no olvidaros de las gorras, las gafas de sol adecuadas, el mojarles la cabeza de vez en cuando y por supuesto una buena hidratación a base de ingesta oral de agua ya que la piel también necesita un aporte extra de este apreciado liquido para hidratarse.