El rincón del pediatra
Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565
A los dieciocho meses, el lactante ya ha madurado mucho. Puede subir las escaleras cogido de la mano y en algunos casos hasta sube solo. Se agacha para coger las cosas, antes le importaba poco que se le cayera algo al suelo, si no se lo volvíamos a dar muchas veces pasaba de reclamarlo pero a esta edad ya quiere recuperar las cosas. Ya podemos ver que puede andar hacia atrás, empieza a saltar sobre los dos pies y corre con las piernas separadas, siendo normal que se caiga muchas veces sin existir problema ortopédico que lo ocasione. Ya puede lanzar la pelota con buena dirección con la mano y chutar un balón sin caerse, antes normalmente al chutar se caía de culo. Vemos que ya puede quitarse los zapatos si estos no llevan cordones al igual que prendas de ropa que no lleven cremalleras ni botones. Su habilidad con las manos ha aumentado y ya pueden hacer garabatos, entreteniéndose si les damos un papel y un lápiz o incluso si les animamos a colorear aunque pinten más fuera que dentro de los límites. A esta edad ya deberemos de dejarles que intenten comer solos ya que son perfectamente capaces de llevarse la cuchara a la boca, con habilidad e incluso con limpieza.
Ya se empiezan a interesar por los libros con ilustraciones y les divierte identificar imágenes como perro, gato, coche, etc. Saben ya nombrar algunos objetos, designa varias partes de su cuerpo cuando le preguntamos y ya van comprendiendo alguna orden que le damos e intenta ejecutarla. A esta edad puede ser el momento ideal para quitarle el pañal durante el día ya que muchos inician ya su control de esfínteres pero sin obsesionarse ya que el proceso debe de ser lento y sin presión, evitando todo tipo de estrés y por supuesto sin ningún tipo de recriminación si se hace pis encima. La naturaleza irá marcando la evolución y la maduración del niño y si no hace una cosa que los demás hacen a esta edad no hay que preocuparse, con el tiempo o con unas pequeñas normas de estimulación seguro que lo consigue.
Ya utiliza el lenguaje para atraer la atención de los padres, siendo muy normal el que intenten hablar mientras que los padres conversan entre ellos, intentando interrumpirles. Deberemos de escucharles pero también frenar sus impulsos ya que es importante que ya desde esta etapa tan temprana de la vida aprendan un comportamiento adecuado y de respeto hacia los demás enseñándoles que para hablar hay que saber escuchar, aunque a esa edad el diálogo es difícil, por no decir imposible, deberemos de hablarle, poniéndonos a su nivel para que nos entienda y en algunos casos nos pueda contestar.
Su vitalidad es desbordante, no paran en todo el día, les encanta perseguir y ser perseguidos, «da gritos de alegría» cuando jugamos con él, pero en muchas ocasiones puede estar absorto en un juego, sin necesitar de nadie durante un periodo importante de tiempo. Le gusta ordenar sus juguetes a su gusto, el ver sus muñecos o coches colocados como a él le gusta, les hace sentirse seguros ya que adquieren puntos de referencia y dominan mejor lo que les rodea. Con los niños de su edad las relaciones no son todavía demasiado armoniosas, el niño los trata como juguetes, los muerdes, golpea, empuja, pellizca,… No puede participar todavía en juegos colectivos y se divierte solo o con un adulto, dando la espalda a los otros niños.
Sus palabras favoritas son las que significan una situación terminada «papa ido» , «yatá». Comprenden muy bien dos o tres órdenes dadas por sus padres si se le formulan claramente, pero a esta edad no son demasiado obedientes. Pero poco a poco irán madurando y dejaran de ser lactantes para entrar en la etapa del preescolar que se inicia a los dos años de vida.