El rincón del pediatra
Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565
La enfermedad de la bofetada o eritema infeccioso o quinta enfermedad es una patología frecuente en la infancia aunque se puede dar también en el adulto y está producida por la infección de un virus llamado parvovirus B19. Es una dolencia muy contagiosa y la observamos sobre todo en niños que acuden a las guarderías y colegios ya que se transmite por vía respiratoria por medio de secreciones nasales y saliva aunque existen otras formas de contagio como la sangre aunque este medio es mucho más raro.
El contagio se inicia unos días antes de la aparición de la erupción y dejan de ser contagiosos una vez aparece el exantema. Su periodo de incubación suele ser de 15 días. El niño al infectarse disminuye su número de reticulocitos con caída de las cifras de hematíes, hemoglobina y hematocrito por lo que deberemos de estar atentos a cuadros de apatía y palidez en el curso de la enfermedad.
Clínicamente le enfermedad comienza con un cuadro de fiebre más o menos alta, síntomas respiratorios como secreción nasal y tos, dolor de cabeza y conjuntivitis. El niño parece mejorar de estos síntomas, la fiebre cesa y de repente aparece una erupción por la cara de color rojo intenso que afecta a ambas mejillas con palidez alrededor de los labios, de ahí el nombre vulgar de «enfermedad de la bofetada». Poco a poco la erupción se extiende a todo el cuerpo de forma descendente en brazos, tronco y piernas, respeta las palmas de las manos y las plantas de los pies y es curioso el ver que con el paso de los días que la erupción se comienza a aclarar en su zona central dejando un aspecto como si aplicáramos un encaje a la piel del niño. El exantema no suele producir ni picor ni molestias y puede durar hasta tres semanas o más con aumento intermitente de su intensidad producido por estímulos externos como el ejercicio, el calor o la exposición al sol. Esto suele angustiar mucho a los padres, pero tranquilos, es normal en esta enfermedad. Por otro lado en algunos casos se acompaña de inflamación de los ganglios cervicales, diarrea e incluso dolor articular en los niños más mayores. Es importante el saber que esta enfermedad en muchas ocasiones cursa de forma subclínica sin presentar ninguna sintomatología y el hecho de pasarla les confiere inmunidad frente a un contagio posterior por dicho virus.
El diagnóstico suele ser clínico por la erupción tan característica y se puede confirmar mediante estudio serológico (IgM) de parvovirus B19 que suele ser positivo hasta pasados dos meses de la enfermedad.
El tratamiento será sintomático es decir utilizaremos antitérmicos tipo paracetamol o ibuprofeno, descongestivos nasal y algún expectorante si presenta tos, además es importante mantener una buena hidratación, reposo y una dieta blanda durante los días de enfermedad. Las complicaciones suelen ser raras en niños normales sin problemas de deficiencias inmunológicas. Vigilar la posibilidad de anemia por lo comentado al principio.
Muchas mujeres embarazadas nos manifiestan su ansiedad si han estado en contacto con un niño afecto de una erupción. Si su embarazo no ha llegado a las 20 semanas, es conveniente que acudan a su obstetra por la posibilidad de realizarle estudio serológico que descarte esta y otras enfermedades víricas, por el contario, pasadas las 20 semanas es muy raro que el feto se vea afectado por este tipo de virus.