El rincón del pediatra
Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565
La infección urinaria es una patología frecuente en los niños y más común en las niñas ya que la conexión de la vejiga urinaria con el exterior, llamada uretra es más corta con lo que los gérmenes frecuentes en las heces sobre todo la Escherichia Coli, ascienden más fácilmente desde el exterior a la vejiga urinaria ocasionando la típica infección de orina. Esta es la causa más habitual pero pueden existir otras como las malformaciones renales tales como el reflujo vesico-ureteral que ocasiona que la orina ascienda a través de los uréteres lo que en condiciones de normalidad es imposible, dando lugar a que se produzca un estancamiento de la orina a dicho nivel, con la mayor posibilidad de infectarse. Por último una tercera causa, aunque más rara, sería la ocasionada por un cuadro de sepsis cuyo germen puede anidar también en el tracto urinario.
Normalmente, ante una infección en un lactante, será preceptivo el realizar un estudio ecográfico de las vías urinarias y una cistografía (que consiste en introducir un medio de contraste en la vejiga urinaria y radiografiarla) la cual nos dará información detallada sobre la posibilidad de una malformación asociada. Si los resultados son normales y persisten las infecciones de orina, deberemos de realizar estudios de última generación con isótopos radioactivos (DMSA) para poder detectar la causa y actuar en consecuencia.
La sintomatología de la infección de orina puede ser desde muy escueta como la existencia de una febrícula o una pérdida del apetito a un cuadro florido consistente en rechazo del alimento, curva de peso plana, febrícula o fiebre importante, vómitos, dolor al orinar (disuria), emisión frecuente de orina en poco volumen (polaquiuria), dolor abdominal e incluso diarrea. En los lactantes muy pequeños puede ser grave y asociarse a infección generalizada.
El diagnóstico será siempre bacteriológico por lo que es muy importante la recogida de la muestra de orina. Para los más pequeños que no controlan los esfínteres, les colocamos una bolsa recolectora de orina estéril, lavándoles previamente la zona genital con agua y jabón, sin utilizar antisépticos, siendo también fundamental el cambiar la bolsa cada 20-30 minutos si el niño no ha orinado para evitar que esta se contamine y se multipliquen los gérmenes sin existir infección real. En estos lactantes podemos recoger la orina en cualquier momento ya que la emisión de la misma se produce cada 3-4 horas por lo que no concentran como los niños más mayores en los que la recogida será por la mañana en la primera micción y tras desechar la primera parte del chorro recogeremos en un bote estéril una cantidad para poderla analizar. Si mantenemos la orina en casa unas horas antes de llevarla al laboratorio, esta deberá permanecer en la nevera.
Si aparecen más de 100.000 colonias de un solo germen en el cultivo de orina o urocultivo, podemos decir que el niño tiene una infección de orina. Si hay de diez mil a cien mil colonias deberemos repetir el análisis por ser dudoso y si aparecer dos o más tipos de gérmenes hablaremos de contaminación por lo que deberemos igualmente de repetirlo. Todo crecimiento menor de 10.000 colonias es negativo.
En los lactantes más pequeños será necesario ingresarlos para administrar la medicación por vía intravenosa hasta tener el resultado del cultivo y del antibiograma. El tratamiento será mediante antibióticos sensibles al germen y siempre un mínimo de 10 días. Deberemos de estar alertas a cualquier nuevo episodio.