El rincón del pediatra
Dr. Fernando García-Sala Viguer | Pediatra colegiado Nº 7565
Tener hijos es una «buena disculpa» para dejar de fumar y de esta forma evitar que nuestros hijos cuando sean adolescentes nos quieran imitar en todo, hasta en el fumar…, es más fácil que un chico fume si sus padres, hermanos o profesores también lo hacen ya que en muchas ocasiones son el modelo a seguir.
La adolescencia es una etapa muy difícil tanto del niño como de la niña, se produce un cambio total en nuestros hijos con un «cóctel hormonal» impredecible e imprevisible, diferente en cada uno de ellos, pero con un denominador común que es la reafirmación de la personalidad, creen que les decimos las cosas para fastidiarlos y muchas veces nuestros hijos nos castigan con actos que no aprobamos como son la rebeldía y el consumo de tabaco y otras drogas más perjudiciales.
Cuando nuestro hijo nos diga que todo el mundo fuma, hay que hacerle ver que esto no es así, cada vez el porcentaje de gente que fuma es menor, el rechazo social es mayor al igual que la presión sobre el hábito de fumar con medidas cada vez más severas para el fumador por lo que deberemos hacerles comprender que es más fácil dejar el hábito de fumar cuando se lleva poco tiempo y se fuma más como acto social que cuando se lleva muchos años fumando y el síndrome de deprivación esta presenta lo que ocasiona serios problemas para desengancharse del tabaco.
A corto plazo deberemos de hablarles de los efectos negativos del tabaco como son el mal olor del aliento y de las ropas que pueden provocar en algunos casos rechazos de los compañeros o compañeras, sus economías se verán mermadas por el precio cada vez más alto del tabaco, empeorará su rendimiento en los deportes y lo que es peor podrán caer en la tentación del porro con más facilidad que el adolescente no fumador. Los efectos a largo plazo como canceres, broncopatías, problemas circulatorios y cardiaco, etc, les importan poco a los adolescentes ya que estos viven más el momento que el futuro por lo que es mucho más efectivo el incidir sobre efectos más inmediatos y próximos como manchas en los dientes y en la piel que pueden deteriorar su imagen y marcarles de alguna forma.
El conseguir que nuestros hijos no fumen es una tarea muy difícil pero merece la pena todos los esfuerzos para conseguirlo y el primero de ellos es sin duda en dar ejemplo y no fumar los padres, con esto por lo menos tendremos argumentos para intentar convencerlos de los peligros del tabaco y hacerlos partícipes de que el efecto del tabaco en una persona fumadora perdurará por lo menos de quince a veinte años tras dejar el hábito del tabaco, por lo que cuanto antes lo dejemos, tendremos una vejez con menos problemas. El prohibirles el tabaco no es la mejor manera ya que fumarán a escondidas, evitando el hacerlo en casa. Es importante el diálogo y la confianza mutua y en muchos casos negociar con «recompensas» el abandono del mismo.